lunes, 23 de abril de 2012

Live and let live

Sí mis amigos, Sir Paul McCartney estuvo en Bogotá, un ex Beatle, una leyenda de esas que derrocha magia por donde pasa y que tiene esa energía, esa mística que pocos mortales pueden darse el lujo de poseer.

Paul, respondió a ese fanatismo, a ese amor que miles le profesan con una alta dosis de calidez, profesionalismo y una entrega que solo los grandes como él pueden ofrecer, una estrella que se ha hecho día a día y no de esas que brillan gracias a las secciones de farándula y creen que tocaron el cielo sin haber dejado un legado (en Colombia sí que sabemos de eso). 

La realización de este espectacular concierto generó todo tipo de polémicas, los detractores de Petro, es decir los estratos 5 y 6 (6.1, 6.2, 6.3…), se fueron lanza en ristre contra todas las decisiones del burgomaestre sin siquiera detenerse a analizarlas (estilo Arizmendi: el Alcalde que Bogotá necesita).

La transmisión en televisión tan duramente criticada se convirtió en el caballo de batalla de los enemigos de Petro (de la vida, del mundo, de todo lo que se mueva) para convertir esa inversión en un tema de investigación, un acto reprochable y vergonzoso.

Obviamente los 400 mil dólares de los derechos de medio concierto para televisión son hoy un crimen de lesa humanidad que ha logrado que los gastos de la Cumbre y las pensiones de los magistrados parezcan mugre que se echa debajo del tapete.

Así somos, qué le vamos a hacer, mientras millones de Colombianos pudieron ver un espectáculo que ni se imaginaban y que realmente emocionaba, esos personajes que critican por el préstamo del estadio, por la transmisión del concierto y por todo lo que tenga que ver con el Alcalde de Bogotá, estaban en las primeras filas del evento, esperando que el gran Paul supiera que ellos son los VIP del país.

Afortunadamente, McCartney si acaso habrá escuchado hablar de Shakira, García Márquez, Botero y en su momento de Pablo Escobar. Los demás son japoneses para el ídolo de Liverpool y por más que aquí se consideren descendientes de los Dioses del Olimpo, para él simplemente eran alguien más entre los treinta mil que lo acompañaban.

Como siempre algunas personas se sintieron engañadas porque no transmitieron el concierto completo, seguramente esas mismas que esperan que les lleven la comida a su casa, que los llamen para trabajar sin tener que salir a buscar, esas mismas que no entienden porqué deben pagar impuestos y mucho menos servicios.

Tampoco podía faltar el inepto que calificó de regular el concierto, de muy largo (Jaimito Sánchez, quien no ha parado su caída libre desde hace años), nunca falta el que se muere de la envidia y quiere descalificar las pocas cosas buenas y destacables que pasan en nuestro país.

Lo de Mc Cartney fue un triunfo, lo fue para Bogotá, lo fue para Colombia, lo fue para los organizadores, lo fue para Petro, lo fue para Canal Capital, lo fue para los amantes del rock, lo fue para la deteriorada cultura de un país en el que cada vez sus habitantes se parecen más a un reguetón, dicen poco y lo poco que dicen lo dicen mal.

En fin, espero que esta sea la puerta de entrada para esos grandes que siempre hemos soñado ver, AC/DC, Rolling Stones, U2, Bob Dylan, Buddy Guy, Eric Clapton, Kravitz, The Cure, Jimmy Page, Robert Plant, Pearl Jam, Cris Cornell, Slash, The Black Keys, todos esos grandes de la música que muchas veces pasan por nuestro lado sin contemplar la posibilidad de aterrizar en el Dorado (Nuevo Dorado para no herir susceptibilidades).

A los que se preocupan por la gramilla del Campín, tranquilos, una cancha que aguanta a los equipos del fútbol colombiano está preparada para lo peor. No se amarguen, igual con menos del 10% de la población siguiendo el rentado nacional, no son muchos los que van a notar si hay algún detalle en la gramilla.

Bienvenida Madonna a Medellín y todos los que quieran venir a las diferentes ciudades del país preparadas para este tipo de eventos, bienvenida la cultura, bienvenido el arte, bienvenida la lectura, bienvenida la vida a un país que se acostumbró a hablar de la muerte y a convivir con ella.

lunes, 16 de abril de 2012

La Cumbre para los mortales

Colombia vive el efecto post Cumbre de las Américas, la gran mayoría habla hoy de la interpretación del himno por parte de Shakira y se ensañan con ella por su ya demostrado cosmopolitismo que la ha convertido en ciudadana de todas partes y de ninguna.

Para mí como simple espectador, la Cumbre demostró una vez más nuestro afán como país por pretender ser del primer mundo con personajes del tercer mundo.

Enormes delegaciones se pasearon por una Cartagena desconocida para todos, libre de todo mal, próspera (por cinco días al menos), limpia, segura y llena de celebraciones por un evento que el 80% de su población no entendía o no le generaba interés.

La llegada del gran líder norteamericano, ese que en su país sufre algo similar a lo de Petro en Bogotá pero que para nosotros es lo más cercano a un ser celestial dotado de poderes sobrenaturales, arribó y se encontró con el mayor número de lagartos que haya visto en su vida. Ni siquiera en sus viajes a zoocriaderos de reptiles en la Florida había visto ejemplares de tal magnitud y variedad.

Todos querían tocar el manto de Obama, algunos esperando curarse de alguna enfermedad, los más creyentes, buscando su entrada a algún organismo internacional. Por supuesto el gran líder negro no sabía de la existencia de estos personajes y para su fortuna seguramente hoy no los recordará.

La comunidad negra cartagenera, esa que vive en la miseria mientras unos pocos en su ciudad se lucran de los miles de millones que entran gracias al turismo, veía en Obama a su líder, ese hombre que rompió paradigmas y logró lo que para muchos era un sueño.

No importaban los temas a tratar, al final ni siquiera a los presidentes les importaron mucho, lo que realmente tenía valor, era la oportunidad de ver a esos líderes en su mayoría vapuleados en sus propios países, demostrando una opulencia propia de jeques árabes, con delegaciones infinitas de esos parlamentarios que como los nuestros no se pierden un  viaje ni al interior de un volcán en erupción con tal de viaticar y pasarla bueno.

Al final, nuestros pueblos seguirán aguantando hambre, la desigualdad y el desempleo seguirán aumentando (aunque lo quieran camuflar con estadísticas de trabajo informal) y los más optimistas dirán que mostramos la imagen que desde hace mucho queríamos que el mundo conociera del país.  

No se llegó a nada en el tema de las drogas pero seguramente pulularon entre las delegaciones. La W logró una entrevista con Obama, cosa que seguramente refregarán a sus competidores durante el siguiente lustro. Shakira cantó el himno nacional con algunos nuevos elementos (cambio de frases, palabras), buscando modernizarlo y hacerlo más cercano al público joven.

Las presentadoras de farándula viajaron para cubrir los cinco minutos de interpretación del himno por parte de la estrella colombo-argentina- española-árabe y por supuesto para deleitarnos con la profundidad de sus notas, siempre llenas de curiosidades sobre los gustos de las delegaciones, su ropa y los menús de cada día.
Seguramente Evo aprovechó para caminar por las playas y saber qué se siente tener acceso al mar. Los demás mandatarios, mientras tanto, vieron como 43 mil millones de pesos colombianos casi no bastan para cubrir sus comodidades y excentricidades (incluyendo las del Servicio Secreto y su afición por las acompañantes).

Pocas veces coincido con el señor Uribe en sus conceptos, pero debo decir que en esta ocasión sus comentarios acerca de la innecesaria opulencia de la cumbre fueron acertados y me uno a ellos y a su rechazo al derroche de recursos de la nación.

No hubo documento final, no hubo consenso, la pregunta que surge es ¿qué hubo? El cubrimiento de los medios nacionales pareció más el del reinado nacional y la Cumbre como tal se quedó en discursos de integración, deseos de protagonismo y pocos resultados.

Luego de todo este montaje, como colombiano me pregunto si vale la pena seguir vendiéndole al mundo la idea de nuestro “enorme” progreso y ser un caso de éxito cuando nuestra realidad interna es muy distinta, las desigualdades crecen, la concentración de la riqueza sigue en las mismas familias, los trabajos son inestables y la forma de contratar es de beneficio solo para las empresas, las ciudades principales están deterioradas en su infraestructura, sobrepobladas y su movilidad es un fracaso.

Siempre he dicho que no hay nada peor que alguien mitómano, ahora se imaginan cómo será todo un país mitómano.

lunes, 9 de abril de 2012

Pueblo cercano a Dios


Una vez más la Semana Santa o Semana Mayor me sirvió para confirmar lo cercanos que somos en Colombia a nuestro creador y a todo su organigrama. Pasar por el frente de cualquier iglesia o monumento era algo conmovedor, miles de “fieles” entregados a la causa, haciendo padecer a Cristo una vez más todo el calvario con el cual nos libera cada año de pecados.

Por supuesto eso significa para muchas de esas mentes atribuladas, que hasta deseaban infringirse latigazos o cargar la cruz, el arrancar con el pecadometro en cero a partir de este momento. 

Que rico es cada año poder despojarnos de todas nuestras miserias, indiferencia, salvajismo, hipocresía, falsedad, odios y rencores, dejar que sea ese ser celestial quien cargue con todas nuestras decisiones y errores.

Muchos me dirán que no somos los únicos y soy consciente de ello, sé que compartimos ese facilismo con cientos de pueblos tercermundistas y una que otra potencia europea decadente. 

Lo cierto es que esas mismas iglesias que han estado por siglos en los mismos lugares, esas mismas imágenes que siempre están ahí, inamovibles y sin pasar de ser una simple escultura hecha por la mano de un hombre que se basó en personajes de los cuales desconocía su aspecto físico, toman una importancia magnificada durante esta semana, no importa que cada año la fecha varíe.

El aroma del pescado seco es otro indicador notable de estos días dedicados al ritualismo y los deberes cristianos. Obviamente los centros turísticos, rumbeaderos calentanos y las carreteras no dan abasto para tanto feligrés que busca un descanso justo luego de tres meses de intenso trabajo (sobretodo enero que es tan pesado).

En el nombre del señor, las diferentes Marías (todas vírgenes), los santos (no los dueños de El Tiempo) y las diferentes deidades que son utilizadas por la entidad sin ánimo de lucro más lucrativa del planeta, tomamos estos días de reflexión como mejor nos parece, ya sea para descansar, para pasear o para organizar, eso sí, es más fácil que el salario mínimo llegue a un millón de pesos antes de 10 años que pensar en que nos quiten estos dos feriados.

Hoy las iglesias vuelven a verse vacías, desoladas, esas estatuas que vivieron su momento de gloria vuelven a llenarse de polvo, ya a la gente no le parece ver llorar al Cristo de la localidad, el pecado retoma su corona, la indiferencia activa sus motores, la reflexión se convierte en reacción y esa conexión lograda con la corte del creador entra en un corto circuito permanente hasta una nueva crisis.

Qué le vamos a hacer, somos un pueblo de fe, tenemos fe en los billetes de 50 mil pesos, fe en los autos nuevos, fe en las agencias de viajes, fe en el Baloto, fe en nuestros padres (tanta que seguimos viviendo con ellos hasta los 40); ¿a quién le puede caber duda de nuestra devoción?

Se vendieron ramos, velas, velones, medallas, estampas, biblias, crucifijos, el comercio de la fe llenó sus arcas y ese pueblo en su mayoría creyente y respetuoso de las costumbres cristianas (lástima que no de la cultura ciudadana), tuvo su espacio para la limpieza interior, para demostrar ese amor por el creador y compartir su pasión durante algo cerca de 8 días que para los 365 que componen el año no alcanzan a ser ni siquiera el 3%, una prueba de fe.

Hoy ya con el traje de Pilatos puesto volvemos a nuestra rutina que para nada incluye el abrazo de paz ni el sacrificio por los demás, hoy volvemos a lo nuestro a nuestra doctrina del no le hago mal a nadie pero eso sí que nadie se meta conmigo.

Felices pascuas.