Este es un tema que siempre se ha prestado para todo tipo de
manifestaciones humorísticas. Películas y series de todas partes del mundo han
reflejado ese temor e intimidación que produce la figura del suegro o suegra,
comics como Condorito han satirizado su comportamiento y se han encargado de
inmortalizarlos.
Doña Treme, esa suegra siempre antipática, sobreprotectora de
su hija Yayita, enemiga del noviazgo que ésta tiene con el “pajarraco” es una
muestra pintoresca de una realidad que hace parte de nuestra sociedad y que
para muchos se convierte en la prueba más difícil y compleja de una relación de
pareja. Cuasimodo es el prototipo del suegro latino, no le simpatiza el novio
de su hija pero deja que su esposa se encargue del trabajo sucio (situación que
me es familiar).
Lo que escribo aquí lo hago basado en mis experiencias,
seguramente unos pocos afortunados han tenido suegros ideales y cuando lean mi
columna no se sentirán identificados (Valerie Domínguez, por ejemplo). Me alegro
mucho por esa minoría.
En mi caso puedo hablar de tres encuentros del tercer tipo
con suegros que de una u otra manera en diferentes etapas de mi vida se han
convertido en los molinos de viento que con tanta fiereza combatió el ingenioso
hidalgo, con la desventaja en mi caso de no contar con un escudero como el gran Sancho Panza (a todos
sin embargo los sigo apreciando).
He reflexionado mucho sobre qué pudo haber generado cierta
aversión hacía mi relación con sus hijas (me asustó con todo lo que descubro),
sobre todo a mis ex suegras. A veces llegó a la conclusión de que el hecho de
no permitir que me intimidaran o el expresar mi opinión libremente aunque esta
disintiera de las suyas, tuvo mucho que ver en su permanente afán por alejar a
sus protegidas de tan nefasto ser.
Seguramente, también contribuyó mi poco amor por los fines de
semana completos en plan familiar, mi falta de motivación hacía las vacaciones en conjunto, mi escaso
gusto por los realities, el tratar de hacer cada vez más distantes los encuentros
con tías, abuelas, primas, amigas y todo aquel que ameritaba una tarde de
domingo en plan de visita.
Todos estos ingredientes jugaron en mi contra pero fue sin
duda un tema en particular el que incitó la ira divina de mis queridos ex
suegros, ver la posibilidad de que sus hijas tuvieran su propio criterio era demasiado,
era inaceptable.
Así es, esas mujeres profesionales, tomadoras de decisiones
fundamentales para las empresas en las que laboran, llenas de una seguridad
envidiable a la hora de exponer sus argumentos frente a toda una organización,
de conseguir la admiración de sus compañeros, jefes y todo aquel que tenga que
ver algo con sus trabajos pero que al momento de pisar la casa que comparten
con sus amados padres se convierten, como por arte de magia, en niñas
indefensas, inseguras e incapaces de tomar decisiones elementales.
El poder ejercido por algunos padres es mayor que el
imaginado por Stan Lee para alguno de sus superhéroes, la manipulación e
intervención en la vida de sus hijos (en especial de las hijas), en sociedades
tercermundistas como la nuestra, es sólo comparable con lo expuesto por el
profesor Charles Xavier en los populares X-Men.
Sí, en entornos como el nuestro, machistas y retrogrados,
gran parte de las solteronas o solterones existentes tienen en común el haber
vivido con sus padres hasta una edad madura (35-40 años) o estar viviendo aún
con ellos. Para algunos la tesis del
amor más grande del mundo, el maternal y paternal, justificará este y cualquier
hecho, para mí es una señal de una sociedad que confunde valores familiares con
dependencia.
Para muchos padres nunca es el momento adecuado para que sus
hijas o hijos dejen la casa, de hecho, lo ideal es que ahorren lo suficiente
para salir a un sitio propio, no importa si esto le toma su juventud y gran
parte de la madurez. En cuanto a los novios o novias, estos nunca estarán a la
altura requerida, siempre serán perdedores, carecerán de la mística necesaria
para poderse llevar ese invaluable trofeo que representa su mayor inversión.
Inclusive algunos llegan más lejos, al punto de ofrecer su
casa para que la pareja recién casada pueda vivir mientras consiguen un lugar
propio. Tremenda aventura para el yerno o la nuera, vivir sus primeros días
como la señora de alguien bajo la observación y el dominio absoluto de sus
suegros.
Mi propia madre es una de esas suegras dotadas de un poder
especial para escudriñar y descubrir defectos hasta en un Ferrari 625 TRC (el
último fue vendido en 5 millones de Euros), su capacidad de escaneo de novias
es fantástico y su percepción es por lo general bastante acertada.
Por supuesto, ahí es donde entra el carácter de la pareja para
saber frenar esos impulsos maternos o paternos y mantener a la nuera o al yerno
fuera del alcance de ese escáner permanente.
Ni hablar de los suegros post matrimonio o una vez que se
tienen hijos. Sus dotes de contrainteligencia superan cualquier idea que Fleming
haya plasmado en sus novelas del agente 007. Su capacidad de percibir al infiel
en potencia es casi chamánica, sólo superada por su talento para la comparación
con personas del pasado, vecinos, conocidos y ellos mismos durante su juventud.
Y qué tal el tema del imaginario de petición de mano e hija
vestida de blanco subiendo al altar, pero ese da para otra sátira.
En fin, podría extenderme y citar algunos otros ejemplos pero
creo que ya sería pedirles demasiado en cuanto a su tiempo de lectura de blogs
se trata.
Les agradezco su tolerancia y todos sus comentarios son
bienvenidos como siempre, así como los casos de éxito en cuanto a suegros se
refiere.