jueves, 26 de julio de 2012

Realities: la muerte del creativo

Desde hace varios años la televisión en el mundo adoptó una tendencia absoluta al facilismo. Los canales y sus productoras descubrieron que la fórmula del éxito era más sencilla de lo que cualquier creativo se  habría podido imaginar: prender una cámara para mostrar sin ningún tapujo ni ediciones al ser humano enfrentando alguna situación que le demande competir.

Recuerdo aun con nostalgia cuando MTV era lo máximo para cualquier adolescente, prender el tv y sintonizar este canal te permitía viajar por los diferentes videoclips musicales del momento. Las bandas nacientes de rock, pop, rap, hip hop y blues, se rebuscaban la forma de crear un videoclip con la esperanza de verlo en la cadena más importante de la industria musical.

Hoy la cosa es más sencilla, si quieres salir en MTV debes quedar embarazada antes de los 16, buscar novio o novia tanto del sexo opuesto como del mismo o tener aptitudes y actitudes de prepago para conquistar a un rapero negro con un reloj colgando de su cuello.

Como vemos los tiempos han cambiado y el negocio de la televisión se enfocó en la producción de basura que genere rating sin importar el método que se utilice. 

Hoy, es entretenido ver como la novia o el novio son acompañados por un grupo de producción a descubrir la infidelidad de su pareja, es entretenido ver a un grupo de personajes casi caricaturescos exponiendo lo peor de la condición humana para llegar a ser presentadores de farándula o actores de medio pelo.

También, absorbe la atención de los televidentes ver el esfuerzo físico que en algunos casos es llevado a la tortura y que incluye, traiciones, insultos, discriminación, sexo, mentiras y violencia, camuflados bajo el esquema de una competencia física por equipos.

Definitivamente los creativos fueron cortados de la nómina de los canales y los recicladores (no precisamente Tomás y Gerónimo) se convirtieron en estrellas. Solo falta que a Silvestre Dangond le pongan un reloj gigante colgado del cuello y busquen un grupo de prepagos para que luchen por quedarse con él.
La gente rechaza la violencia, se escandaliza por las masacres, por las violaciones, por los asesinatos de niños que se dan en el país pero disfruta a más no poder las injurias de esos bárbaros, capaces de lo que sea con tal de estar frente a una cámara.
Marchamos y sacamos pañuelos blancos como protesta frente a tanta violencia pero la fomentamos convirtiendo en ídolos a personajes cuyo lenguaje y actitudes son reprochables.

Siento que los realities son un éxito en la medida que sirven de consuelo a la audiencia ya que en ellos siempre encuentra a alguien más envidioso, menos leal, más grosero y altivo, y dispuesto a pasar por encima de quien sea y como sea, tal como lo hace gran parte de la sociedad.

Sí, no sólo es un espejo para quien está frente a la pantalla, es la compilación de todas las miserias humanas en un mismo espacio físico y de tiempo. No es un mal de Colombia únicamente, para nuestra tranquilidad (¿o intranquilidad?).  Es un problema mundial, en todo el orbe existe esa cultura fetichista, voyerista y de amor por la violencia gráfica, algo que los realities saben explotar.

Seguramente unas cuantas cámaras en los articulados de Transmilenio durante las horas pico, servirían para crear un reality con todas las características para ser un éxito en rating. Meter una cámara a un camerino de un equipo profesional del fútbol colombiano también sería fascinante.

El problema está en que esto no demanda ningún talento, acaba con la posibilidad de crear, atropella a esa persona que se desvive por entretener creando un personaje, una situación, un escenario, un ambiente, algo ficticio. Los libros pasan, como desde hace tiempo, a ser un artículo despreciado, algo costoso frente a lo barato que sale sentarse frente a un televisor.

El léxico de gran parte de la sociedad es cada vez más pobre y limitado, la correcta utilización de nuestra lengua es atropellada sin ninguna compasión y los anti valores que se transmiten son asumidos por la mayoría como lo correcto.

Por supuesto, no toda la culpa la tienen los realities o la televisión pero son responsables de fomentar esa involución social, ese regreso a lo básico que cada vez nos hace más cercanos al hombre de cro-magnon, simplemente un salvaje rodeado de tecnología inteligente.

Como muchos siempre “argumentan” usted puede cambiar de canal, eso es cierto, no es la solución pero en mi caso ha funcionado.

lunes, 16 de julio de 2012

Alegría contenida

Como un hincha más del Independiente Santafé, no puedo dejar pasar esta oportunidad histórica de expresar la inmensa alegría que siento pero sobretodo la satisfacción de alcanzar un sueño que debo confesar, por momentos, alcance a ver cada día más lejano.

El león, el rojo, el expreso, ese equipo del pueblo que lleva los colores rojo y blanco proveniente de sus raíces liberales, es hoy el campeón del fútbol colombiano con todos los honores. Han pasado 37 años, mi edad, por lo cual debo decir que es mi primer título como hincha y claro que me lo he gozado.

Santafé es una tradición en mi familia paterna, nunca tuve la opción de escoger otro equipo y le doy gracias a Dios por ello. 

Le doy gracias a mi abuelo paterno y a mi padre quienes de la mano me llevaron a ver al Santafé de Gotardi, Odine, Carpene y Umaña; también al del mono Navarro Montoya, al del Rambo Sosa, el palmero Morales, al de Avalos, al de Mondragón, al de Tilger, Hernández, a uno que debió ser campeón con Freddy Rincón, su hermano Manuel, Checho Angulo, Wilmer Cabrera, Eduardo Niño, Balbis, el tren Valencia.

Fueron muchas tardes de alegrías pero también de finales de año llenos de frustración y tristeza por ver al rival de patio levantando la copa o a los equipos de Cali o de Medellín mientras el león volvía a su jaula derrotado.

En el colegio y en la universidad viví de lleno la rivalidad con los azules, tengo los mejores amigos en el bando rival, fueron horas de largas discusiones en los que siempre me refregaban las estrellas, los títulos y como buen santafereño no me quedaba más que sacar la garra y defender ese amor tormentoso a capa y espada.

El tiempo pasaba y los ídolos se desvanecían, ya no había un Coloccini, un Gotardi, un Rincón, jugadores de todas partes iban y venían con más pena que gloria. Lo único para rescatar fue la final de la Copa Conmebol bajo la dirección de Pablo Centrone y con un equipo sin estrellas en el que Pacho Wittighan destacaba y del cual el actual técnico cardenal Wilson Gutierrez era su capitán.

Si señores, la resistencia como hincha era puesta a prueba cada tres o cuatro días, las burlas por los troncos que jugaban en Santafé eran frecuentes, recuerdo a Leonel Lieberman, Francisco Penayo, Naif, Flavie, Farley Hoyos, en fin, toda una galería de paquetes chilenos que venían, cobraban y nos dejaban peor que antes.

Hoy tenemos un equipo distante de las grandes contrataciones, una escuadra con muchos jugadores hechos en casa y tres veteranos que guían al resto, Gerardo Bedoya, Germán Centurión y el gran capitán Omar Sebastián Pérez.

Bedoya le calló la boca a muchos de sus detractores quienes lo veían como un ex jugador, en el rojo sacó lo mejor de su fútbol y con liderazgo y profesionalismo se convirtió en el socio de todos en la mitad. Centurión es un jugador que nunca me ha logrado llenar pero hay que aceptar que pese a sus limitaciones logró contagiar a los jóvenes centrales que lo acompañaron para conformar la mejor defensa del campeonato.

Capítulo aparte merece Omar Pérez, que jugador es el pelado, un profesional sin tacha, un hombre de bajo perfil que asumió la tarea de sacar a Santafé campeón como si de su equipo de infancia se tratara. Pérez es ya un ídolo de los cardenales, sólo comparable con Alfonso Cañón, Carlos Alberto Pandolfi y Alberto Perazzo y Osvaldo Panzutto.

¿Hace cuánto no disfrutábamos los hinchas rojos de un jugador de la clase de Omar? Que juega con una rodilla mala, que es lento, que en otra liga no podría jugar, todo tipo de comentarios han sido vertidos por los detractores de siempre del fútbol bogotano, los ciegos como el Profe Vélez han querido denigrar de su enorme calidad y hoy tienen que morderse los labios ante la demostración del 10, uno de los pocos que quedan.

Los muchachos que apenas empiezan y ya nos descrestaron con su categoría, Julián Quiñonez, Francisco Mesa, Juan Daniel Roa, Hugo Acosta, Daniel Torres y el gran Camilo Vargas, un arquero para proceso en selección Colombia.

Copete llegó junto a Vélez (no el Profe, afortunadamente) de Venezuela y la verdad eran un tiro al aire. Hoy Copete es revelación del fútbol colombiano, está en micro procesos de selección de mayores y nos dio el gol más importante en la historia reciente de nuestro club. A Copete lo llevaremos por siempre en nuestra memoria.

A Gutierrez, de quien también debo confesar me generó desconfianza al comienzo, hoy le agradezco por creer, por aguantar estoicamente los comentarios mal intencionados de muchos, le agradezco por ser hincha y amar estos colores, por ser respetuoso siempre de sus rivales y respetuoso con los hinchas propios y ajenos.

A Pastrana, con todo y las diferencias que tengo frente a su gestión, le agradezco por no desistir, por ser terco al jugarse la suya y hoy podernos cobrar.

A la hinchada roja, le pido moderación, celebremos, gocemos, guardemos estos bellos momentos en nuestro corazón y vamos con humildad por nuevos objetivos. Tenemos una hinchada que puede ser superada en número por otros equipos pero que no debe ser superada en pasión ni en el respeto por los demás.

El fútbol es una fiesta y como tal hay que vivirla, siempre estaré en la otra orilla de aquellos que lo quieren convertir en una guerra sin razón.

Gracias Santafé, gracias por este momento y vamos por más.  

miércoles, 11 de julio de 2012

Mercenarios & CO.

Hasta hace unos años escuchar el término mercenario nos llevaba de inmediato al imaginario de un ex combatiente que aprovechaba sus habilidades de guerra para luchar por el mejor postor, es decir el que más dinero le pagara sin importar la causa o el motivo del conflicto.

Fueron muchas las películas y series que popularizaron este término: Rambo, Fuerza Delta, Comando, Depredador, etc. 

Con el paso de los años, el término se trasladó a  otros ámbitos como el deportivo, muchos futbolistas empezaron a ser estigmatizados con este remoquete, así como técnicos que pasaban de un equipo a otro sin ningún resquemor ni el mínimo arrepentimiento de irse a donde la oferta económica fuera mayor.

La palabra tomó fuerza y se volvió común verla en pancartas que los hinchas llevaban a los estadios como protesta contra los que ellos consideraban traidores, mercenarios (El gran Bora Milutinovic, Pacho Maturana, Figo, entre otros).

Así como en el fútbol, era lógico pensar que esto se replicaría en otras actividades cotidianas y es así como hoy vemos mercenarios en casi todas las profesiones reconocidas. 

Quiero detenerme en algunas de ellas que particularmente cuentan con más especímenes de esta clase mercenaria y que a diario dan muestra de sus habilidades. Los abogados, muchos de estos personajes, no todos, se pavonean por los diferentes medios de comunicación como orgullosos defensores de reconocidos asesinos, narcotraficantes, violadores, políticos corruptos, prófugos de la justicia y cualquier tipo de escoria que tenga la forma de cubrir sus honorarios.

Sin el menor escrúpulo y dotados de un histrionismo propio de las vedettes peruanas, los tenemos que sufrir a diario dando declaraciones egocéntricas en las que nos dejan en claro que no importa el crimen o las consecuencias del mismo, importa su enorme capacidad para timar y ganar juicios a como dé lugar.

Parecen aves de carroña esperando el deceso de su presa para llegar a alimentarse, a los pocos minutos de desatarse un escándalo ya suenan sus nombres como defensores de los personajes más odiados, salvajes y criminales.

Por dinero son capaces de hacer ver inocente a Hitler y culpable e inhumano a Gandhi. Justifican cualquier atrocidad, escudándose en su capacidad para salir airosos de los juzgados y cortes en las que se presentan.

Al que no lo pueden librar del todo, le aseguran la casa por cárcel, van en contravía de toda una sociedad que tiene que ver cómo pese a cualquier evidencia los culpables siguen su camino tranquilos y con el mayor descaro posible (inclusive llegando a demandar al Estado y pasando de perpetradores a víctimas).

A estos manipuladores de las leyes, los siguen de cerca los contadores y expertos financieros que lavan activos, dinero, construyen fachadas y legalizan cualquier negocio turbio o ilícito sin ningún remordimiento.
Ya desde la época de Capone, el contador era el personaje principal al que le apuntaban las autoridades para lograr la caída de la cabeza criminal.

En la política sobran los mercenarios, van de un partido al otro de acuerdo a lo que más les convenga, un día apoyan a su líder y al siguiente le hacen la guerra. Donde fluya el dinero son los primeros en llegar. Las comisiones y prebendas son su religión y por ellas venden su alma a cualquiera.

No me voy a extender con los políticos porque siempre les he dedicado algo en mis columnas pero en esta no puedo ni quiero dejar por fuera a nuestra farándula.  Artistas y modelos se pelean el título de mercenario cuando de dinero se trata.

Son varias las que le han vendido el alma al diablo por conseguir fama y dinero al lado de un narco, desde una mujer que fuera símbolo de la clase y la feminidad como Virginia Vallejo, hasta el más reciente caso de la modelo paisa Diana Lucia Salazar.

Es difícil creer que una mujer hermosa e inteligente encuentre atractivo a un personaje como la mayoría de traquetos y narcos que pululan en el país, por eso vamos a decir que simplemente son viejas buenas. 

También cuesta pensar que uno de estos trogloditas, con todo el dinero del mundo pero sin gusto ni clase para invertirlo, considere que atrae a estas modelos o artistas criollas por su físico y carisma.

Al final al traqueto lo que le importa es exhibir sus pertenencias, el auto deportivo, la cadena de oro gruesa, el reloj de oro y la modelo que acaba de adquirir. A la modelo lo que le importa es alcanzar su sueño ya sea como presentadora, reina o empresaria con el menor esfuerzo (si es que no es un gran esfuerzo estar al lado de un salvaje), tener dinero, viajar y acumular cosas materiales.

Definitivamente les cabe el nombre de mercenarias (les caben otros apelativos también), se venden al mejor postor y pretenden ser aceptadas por la sociedad como si ser la mujer de un narco fuera algo normal.

Ya me extendí mucho pero dejé para el cierre a nuestros artistas musicales, esos que tocan donde les paguen, no importa si en medio de la presentación hay balacera entre la policía y sus clientes. Ellos, entregados al vallenato o al reguetón y con gustos bastante similares a los de cualquier traqueto, venden su espectáculo a quién sea sin importar si es un prófugo, un narco, un asesino o un terrorista.

Por la plata baila el mono dice el refrán y en Colombia sí que se cumple a cabalidad, los Dangond, Centenos y muchos de su especie no tienen problema en animar matrimonios, primeras comuniones o cumpleaños de personajes que quitan vidas por deporte y cometen todo tipo de atrocidades para alcanzar las fortunas que tienen. 

No me vengan con cuentos ahora que recibir dinero manchado de sangre está bien y que ellos solo cumplen con su trabajo. ¿A alguien le cabe duda de qué tan mercenarios son?

miércoles, 4 de julio de 2012

De paseo por las nubes


Hoy la selección española de fútbol vive un momento único e inolvidable. Los triunfos conseguidos en las últimas dos Euros y el mundial de Sudáfrica han llevado a los ibéricos a un estado de éxtasis y triunfalismo desbordado en el que han perdido algo de la brújula histórica del deporte más popular del mundo.

Es increíble ver la euforia con la que la prensa española ha llenado de calificativos a su selección, cero razonamiento y 100% corazón y emoción, los mismos periodistas  a los que les cuesta desligarse del merengue o los blaugranas, ha caído de manera conjunta en el limbo del hincha ciego, llegando a extremos ridículos como desconocer la historia de los que hoy son pentacampeones.

No cabe duda que esta generación de futbolistas españoles es fantástica y el fútbol que practican es por momentos lírico en un universo de matemáticos, físicos e ingenieros que diseñan partidos como si de estrategias de guerra o inteligencia militar se tratara.

Da gusto ver jugar a Xabi, Iniesta, Fabregas, Alba, Alonso; da alegría saber que un caballero como Del Bosque luche por una idea y la mantenga sin recurrir a las mañas camorreras de algunos (Mourinho por ejemplo) o al conocido catenaccio con el que los italianos han llenado de títulos sus vitrinas.

Sin embargo, España es un adolescente en la historia del fútbol a nivel de selecciones y no puede comparar su palmarés con el de Brasil, Italia y Alemania, quienes, sin importar el ahora, han construido una historia brillante basada en triunfos continuos y la regularidad en su jerarquía como conjuntos.

España no ha vencido con categoría a Brasil o Argentina en una justa mundialista como para hablar de un equipo por encima de estos dos gigantes latinoamericanos. Ya sea por el calendario o por las circunstancias, los ibéricos no se enfrentaron a ninguno de los favoritos suramericanos para ganar su primer mundial.

Por supuesto, España no tiene la culpa de que esto sea así y lo que han ganado ha sido en franca lid (aunque los croatas podrían debatir esto). Sé que muchos van a pensar que estoy en contravía de lo que dicta la razón, sobre todo con los más recientes resultados pero la verdad es que ya conozco las consecuencias de ese triunfalismo desmedido.

Escuchar a los narradores y comentaristas españoles calificando de dioses a Iniesta, Xabi y Casillas, gritando sandeces hasta dos días después del triunfo en las que ni el Brasil de Pelé sería rival para la roja es algo totalmente desbordado.

Croacia con muy poco, disciplinada y ordenada estuvo a punto de derrotar a esa misma selección a la que hoy el mundo le queda pequeño. 

Es claro de dónde viene nuestro triunfalismo folclórico, de quién heredamos esa enfermedad que tanto daño le ha hecho a Colombia. Una victoria y somos favoritos a todo, una derrota y volvemos a nuestra realidad mediocre y en la cual los triunfos son accidentes, rara vez, producto de procesos o trabajos bien planificados.

España es un justo campeón de un torneo en el que Holanda, actual sub campeón del mundo, salió en primera ronda sin ganar un solo punto. Esperemos a la copa de confederaciones y la copa del mundo 2014 para ver a la roja en acción y medir hasta dónde llegará esa euforia y el buen fútbol que nos han entregado.

Tengamos presente que en la final de la Champions no estuvo ningún equipo español y que selecciones como Paraguay, Croacia y Portugal han hecho ver mal a esa misma selección hoy llamada “invencible”.

La humildad hace parte de los verdaderos ganadores, esos que fanfarronean y restriegan sus triunfos a quien pase por su lado, terminan dando explicaciones de sus derrotas y justificando las malas actuaciones que en algún momento llegan. Ojalá todos siguieran el ejemplo de Del Bosque que con absoluta serenidad asume las victorias y las derrotas, cosa que ni el periodismo, ni algunos de sus jugadores hacen.

Espero ver un enfrentamiento de España con Brasil o con Argentina en la próxima copa del mundo para poder certificar eso de equipo invencible por parte de los ibéricos o simplemente comprobar mi teoría acerca de la suerte de campeón que los ha acompañado hasta ahora.