jueves, 22 de noviembre de 2012

¿Qué quieres ser cuando crezcas?



Llega un momento en la vida de todo niño en el que se sueña con lo que se quiere ser cuando crezca, en épocas pasadas, estos sueños se repartían entre actividades como ser bombero, astronauta, policía, futbolista, actor o reina. 

Con el paso de los años y el auge de las tecnologías, algunos de estos sueños fueron mutando, el policía dejo de verse con respeto por lo que se fue tachando de la lista, el astronauta sonaba más a Buzz Lightyear y los niños descubrieron que la única forma en la que alguien de un país tercermundista puede ir al espacio es con el uso de alucinógenos.

Los bomberos perdieron su atractivo cuando los niños descubrieron su escala salarial, los futbolistas siguen siendo una opción, aunque con la mediocridad de nuestro torneo y los escándalos permanentes, se hace cada vez menos atractivo. En cuanto a las reinas y modelos estas siguen ocupando un lugar de privilegio en la mente de un alto porcentaje de niñas. 

El todo se vale y la vida fácil que se han convertido en bases de nuestra sociedad, han logrado que algunos de estos sueños sufran cambios aun más increíbles que derivan en cosas como el querer convertirse en un interprete de reguetón, un artista de Hip Hop, y en algunos casos, un congresista o concejal.

Estas actividades tienen en común el que se pueden desempeñar teniendo problemas de dicción, sin mayor recorrido por las aulas de clase  e inventando palabras que sustituyan a las aprobadas por la academia de la lengua.

Reguetoneros, congresistas y concejales, comparten su facilidad para renunciar al sentido común, su comportamiento básico con tintes primitivos, en algunos casos llegando a la barbarie, su pasión por los autos grandes y llamativos, los viajes, el alcohol y su poco respeto por la autoridad.

Pero hablemos de ser modelo o reina, algo que sigue manteniendo su vigencia. Cada vez son más variadas las opciones para conseguir estos objetivos, existen las modelos de webcam, las impulsadoras, los reinados de cuanta verdura, fruta y hortaliza se produzcan; la chica de cuanta bebida alcohólica o energizante exista, la de cuanto restaurante, discoteca, marca de autos, motos, cigarrillos, bronceadores, etc., se conozca.

Los tiempos cambian, lo material se impone y no queda más que recordar con cariño, esos años en que aun los niños podían ser inocentes e iban desmitificando a sus ídolos en la medida que crecían. Hoy, un niño de 6 años tiene acceso a celular, tableta, laptop, 300 canales de cable y dependiendo de sus padres, hasta cuentas amparadas de  Facebook y otras redes.

Ahora, los canales privados y diferentes medios de comunicación, promueven la búsqueda de estrellas de reguetón, niñas que quieran mostrar todo, actrices y actores de medio pelo, pesados humoristas para stand up  y cantantes para espectáculos locales de corta duración, al final, nada serio.

Para fortuna de estos soñadores que sintieron alcanzar la meta, existen twitter y otras redes sociales, en las que las modelos se dicen lo hermosas que son entre sí, los humoristas celebran los chistes de sus colegas, los reguetoneros maltratan el idioma, se animan o se insultan, los actores y actrices recomiendan sus productos en un ir y venir de mensajes, y nosotros, los periodistas, exaltamos nuestros escritos de manera recíproca.

Para los que tenemos hijos pequeños, no perdamos de vista una verdad irrefutable, los libros, la buena literatura, sin importar su época de publicación, siempre serán un aliciente para soñar, una autopista a la creatividad.

Al final, el problema no está en que quieran ser cantantes, reinas, modelos, congresistas, políticos, humoristas, boxeadores, bailarines, el problema está en que quieran serlo, emulando a los que ven ahora, a los que promueven como mercancía del momento.

De nosotros depende que la nueva generación, vaya más allá de lo que estamos viviendo, de superar esa transición a lo smart, a lo fácil, a lo que no demanda recurrir a nuestra historia. 

Por mí parte, les confieso que soñé cuando niño que iba a hacer películas, aun tengo el sueño presente, aun creo que es posible realizarlo.

Hasta pronto.

viernes, 9 de noviembre de 2012

5 centavos para el peso



Con esta frase, los abuelos definían la frustración que les causaba ver lo cerca que estábamos de alcanzar algo. La frase pasó de generación en generación y muchos la tuvieron que emplear cuando tres de las mujeres más hermosas de nuestro país fueron declaradas virreinas universales de la belleza o cuando el América de Cali cayó en cinco finales de Copa Libertadores.

Son muchos los ejemplos que se pueden dar de esos cinco centavos que nos faltaban, le hicieron falta a Fabio Parra en el Tour de Francia, a Colombia contra Camerún en el mundial de Italia 90, a Nacional y Caldas en la Intercontinental, a Falla en todos los torneos de tenis que juega, a Fabiola Zuluaga en los abiertos que disputó y a Taliana Vargas nuevamente en Miss Universo.

En los Grammy anglo, que son los realmente importantes, también nos quedan faltando, como a Sofía Vergara en los Emmy durante tres años consecutivos. 

Afortunadamente, siempre habrá excepciones a la regla y la siempre bella Luz Marina Zuluaga fue Miss Universo, en una época en la que no se gastaban una cantidad absurda de dinero y las mujeres lucían naturales y bellas, se parecían a las de las fotos cuando eran niñas, misma nariz, mismos pómulos, misma contextura, senos naturales, en fin sus familiares las reconocían aunque dejaran de verlas por largas temporadas.

También fue excepción el gran Gabriel García Márquez, quien logró para Colombia el único premio Nobel de literatura, algo que sólo habría podido emular alguien como Álvaro Mutis por la calidad de su obra. 

Otras dos mujeres, Mariana Pajón y María Isabel Urrutia, han logrado lo inimaginable en los Juegos Olímpicos, las únicas medallas de oro en la historia del deporte colombiano, en modalidades que para nada representan los deportes con mayor apoyo y seguidores en el país.

Hay excepciones como podemos ver, la mayoría son casos aislados y producto de un esfuerzo individual más que de un proceso o trabajo en conjunto con el Estado. Los cinco centavos nos seguirán faltando una y otra vez porque es la forma en que actuamos, es el producto de lo que somos.

Eso sí, en muchos casos no nos faltan cinco centavos, o miremos nuestra sistema de justicia, un caos total en el que la impunidad es favorecida y las leyes se aplican de manera selectiva y de acuerdo a la capacidad económica del implicado, en eso sí somos líderes mundiales.

Qué decir de nuestras ciudades y sus gobernantes. Vivimos en medio de la corrupción más descarada y evidente del mundo, tenemos una inseguridad creciente, una violencia incontrolable, sicariato,  bandas criminales, guerrillas, autodefensas, traquetos y esmeralderos a la vuelta de la esquina. Encabezamos las listas orbitales en cuanto a desfalcos, muertes violentas y violación de derechos humanos.

En ataques con ácido, sin duda, tenemos bien ganado ser parte del nefasto podio.

Como podemos ver, en estos aspectos nos sobran los centavos, los pesos, no tenemos competencia, basta con mirar las estadísticas de denuncias por desapariciones y asesinatos extra judiciales para ver que somos una potencia mundial es este orden.

Proclamamos y le gritamos al mundo las bondades de nuestra democracia como si en el exterior no se dieran cuenta de la situación que vivimos, de los escándalos que a diario se dan por desviación de dineros, tráfico de influencias, conflictos de intereses, carruseles de contratos, homofobia, persecución política y apoyo de grupos armados al margen de la ley diferentes a la guerrilla.

Le damos con todo al gobernante de turno pero ni siquiera el 30% de la población habilitada para votar, ejerce su derecho y le da lo mismo quien sea el elegido.

Que triste decirlo pero con todo el potencial y la cantidad de gente extraordinaria y hermosa que habita en nuestro país, es increíble que seamos más reconocidos por esto último que mencioné, que por el talento, el carisma y la creatividad de un alto porcentaje de la población.

Obvio, a todo esto que vivimos se debe unir nuestra enorme capacidad por copiar lo malo y adoptar cuanta fea costumbre se tenga en el primer mundo.  Traemos cuanta basura este de moda y lo hacemos parte de nuestro entorno. Logramos que el pueblo se mueva indiferente a la verdadera situación, entre novelas, realities, fiestas y carnavales.

No hay peor ciego que el que no quiere ver y para nosotros sí que aplica este viejo refrán. Mientras no veamos que somos parte del problema y que nos corresponde ser parte de la solución, nos van a seguir faltando los cinco centavos para todo lo bueno y nos van a sobrar los millones para todo lo atroz, lo que nos hunde, lo que nos sigue reteniendo y en muchos casos haciendo una sociedad involucionada.

Hasta pronto.

viernes, 2 de noviembre de 2012

La sociedad de las tetas



Las tetas, son algo encantador, en mí caso las prefiero naturales, lo cual no quiere decir que me molesten unas cargadas de silicona, aunque en el caso de éstas, casi todas se vean iguales y lo único que cambie sea su portadora.

Pero no voy a escribir sobre su forma, tamaño, color o cirugías, voy a escribir sobre su poder e injerencia en la sociedad actual. Es increíble, pero hoy un par de tetas tienen más resonancia que una buena idea.

Las protestas se hacen mostrando las tetas y son portada de todos los diarios del mundo. Si quieres salvar una especie en vía de extinción, muestras las tetas y es más efectivo que un vídeo de los animales siendo masacrados. Si quieres vender unas sandalias muestras las tetas y hasta una campaña política amerita mostrarlas como promesa en caso de salir elegida.

Como pueden ver, no estoy exagerando, las tetas se han convertido en una herramienta multifuncional. Mostrarlas es sinónimo de libertad o una forma de enviar un mensaje  a los hombres. También son la forma de conocer a esas mujeres que escuchamos en la radio o leemos en los impresos y que idealizamos en nuestras mentes.

Hoy en día, la creatividad está en mostrar las tetas de la condenada por algún delito, de la campeona en algún deporte, de la invitada a algún reality, de la hija de algún político, de la madre y la hija, de las hermanas, en fin, de lo que este de moda en el momento.

Para algunas, mostrarlas es un sinónimo de rebeldía, una muestra de su irreverencia, una señal de su independencia o siendo hasta poéticos, una oda al orgullo que les genera su belleza.

Esa es nuestra sociedad actual, una en la que los concursos giran en torno a la más atrevida, a la que más muestre, a la foto topless en el transporte público, o en el sitio más concurrido para demostrar de qué está hecha la mujer. Somos tan naturales y abiertos que la verdad no me explicó por qué nos gastamos tanto dinero en ropa.

Estamos pendientes del “descuido” de alguna famosa, del pezón que se salió en la entrega de algún premio, de las fotos de los paparazzi con alguna famosa de vacaciones mostrando sus atributos en la playa o en algún yate. Nos encanta cuando anuncian la posibilidad de un vídeo íntimo que se perdió en el celular de alguna diva o su pareja del momento.

Por favor, no vayan a pensar que estoy haciendo curso del Procurador Ordoñez, para nada, disfruto mucho ver todas esas expresiones que tienen como marco un par de tetas, el body painting, la música sobre los cuerpos, la meditación al desnudo, el yoga sin ropa, la orquesta sinfónica topless de algún país, el estado del tiempo topless, el mardi grass, el Carnaval de Río, etc.

Bienvenidas todas esas ideas brillantes en las que los órganos glandulosos prestan un servicio a la humanidad y se convierten en la voz del que no tiene voz. Bienvenidas las recolecciones de firmas para que alguna famosa nos las enseñe. 

Lo mío no es una protesta, es simplemente una visión personal de la situación. Eso sí, les confieso que me encanta el tema de la sorpresa, de poder descubrir las cosas por mí cuenta, de dejar algo a la imaginación, en tiempos en los que ya es muy poco lo que nos sorprende positivamente.
Hasta pronto.