Llega un momento en la vida de todo niño en el que se sueña
con lo que se quiere ser cuando crezca, en épocas pasadas, estos sueños se
repartían entre actividades como ser bombero, astronauta, policía, futbolista,
actor o reina.
Con el paso de los años y el auge de las tecnologías, algunos
de estos sueños fueron mutando, el policía dejo de verse con respeto por lo que
se fue tachando de la lista, el astronauta sonaba más a Buzz Lightyear y los
niños descubrieron que la única forma en la que alguien de un país
tercermundista puede ir al espacio es con el uso de alucinógenos.
Los bomberos perdieron su atractivo cuando los niños
descubrieron su escala salarial, los futbolistas siguen siendo una opción,
aunque con la mediocridad de nuestro torneo y los escándalos permanentes, se
hace cada vez menos atractivo. En cuanto a las reinas y modelos estas siguen
ocupando un lugar de privilegio en la mente de un alto porcentaje de niñas.
El todo se vale y la vida fácil que se han convertido en
bases de nuestra sociedad, han logrado que algunos de estos sueños sufran cambios
aun más increíbles que derivan en cosas como el querer convertirse en un interprete
de reguetón, un artista de Hip Hop, y en algunos casos, un congresista o
concejal.
Estas actividades tienen en común el que se pueden desempeñar
teniendo problemas de dicción, sin mayor recorrido por las aulas de clase e inventando palabras que sustituyan a las
aprobadas por la academia de la lengua.
Reguetoneros, congresistas y concejales, comparten su facilidad
para renunciar al sentido común, su comportamiento básico con tintes
primitivos, en algunos casos llegando a la barbarie, su pasión por los autos grandes
y llamativos, los viajes, el alcohol y su poco respeto por la autoridad.
Pero hablemos de ser modelo o reina, algo que sigue
manteniendo su vigencia. Cada vez son más variadas las opciones para conseguir
estos objetivos, existen las modelos de webcam, las impulsadoras, los reinados
de cuanta verdura, fruta y hortaliza se produzcan; la chica de cuanta bebida
alcohólica o energizante exista, la de cuanto restaurante, discoteca, marca de
autos, motos, cigarrillos, bronceadores, etc., se conozca.
Los tiempos cambian, lo material se impone y no queda más que
recordar con cariño, esos años en que aun los niños podían ser inocentes e iban
desmitificando a sus ídolos en la medida que crecían. Hoy, un niño de 6 años
tiene acceso a celular, tableta, laptop, 300 canales de cable y dependiendo de
sus padres, hasta cuentas amparadas de
Facebook y otras redes.
Ahora, los canales privados y diferentes medios de
comunicación, promueven la búsqueda de estrellas de reguetón, niñas que quieran
mostrar todo, actrices y actores de medio pelo, pesados humoristas para stand
up y cantantes para espectáculos locales
de corta duración, al final, nada serio.
Para fortuna de estos soñadores que sintieron alcanzar la
meta, existen twitter y otras redes sociales, en las que las modelos se dicen
lo hermosas que son entre sí, los humoristas celebran los chistes de sus
colegas, los reguetoneros maltratan el idioma, se animan o se insultan, los
actores y actrices recomiendan sus productos en un ir y venir de mensajes, y
nosotros, los periodistas, exaltamos nuestros escritos de manera recíproca.
Para los que tenemos hijos pequeños, no perdamos de vista una
verdad irrefutable, los libros, la buena literatura, sin importar su época de
publicación, siempre serán un aliciente para soñar, una autopista a la
creatividad.
Al final, el problema no está en que quieran ser cantantes,
reinas, modelos, congresistas, políticos, humoristas, boxeadores, bailarines,
el problema está en que quieran serlo, emulando a los que ven ahora, a los que
promueven como mercancía del momento.
De nosotros depende que la nueva generación, vaya más allá de
lo que estamos viviendo, de superar esa transición a lo smart, a lo fácil, a lo
que no demanda recurrir a nuestra historia.
Por mí parte, les confieso que soñé cuando niño que iba a
hacer películas, aun tengo el sueño presente, aun creo que es posible
realizarlo.
Hasta pronto.