jueves, 22 de marzo de 2012

¿Conciencia social?

Vivimos en un país convulsionado en el que son pocas las cosas que nos logran sorprender. Hemos llegado a un estado en el que las atrocidades son noticia de acuerdo al número de víctimas y a la sevicia con la que se hayan cometido.

Balas perdidas, violaciones, mujeres quemadas con ácido, masacres perpetuadas por grupos armados, desfalcos multimillonarios en las entidades oficiales, municipios sitiados, violencia y más violencia…

Para muchos podrá sonar exagerado y negativo este panorama, sobre todo cuando esta información suele ser condensada en un espacio de 20 minutos mientras los deportes y la farándula se llevan la franja más extensa en los diferentes medios.

Nos hemos acostumbrado tanto al salvajismo y a convivir con lo absurdo que cuando en la TV o en la radio están hablando de la última masacre sucedida en el país y el dolor de los familiares es explotado hasta la última gota, nosotros, esperamos con ansia el momento de los goles de la última jornada del fútbol mundial o las noticias acerca del nuevo vídeo íntimo o escándalo de alguna celebridad.

Mientras el país hace conteo de las víctimas de las diferentes formas de violencia como si de una estadística más se tratara, los grandes debates de nuestra sociedad (pseudo intelectual) giran en torno a la cuenta de Twitter del Alcalde Petro, la portada de Soho como respuesta a la foto racista de la revista Hola, los conflictos entre Pernía y Jota Mario (Pernía y Alarcón, Pernía y la W, Pernía y la cámara de vídeo), el préstamo del Campín para la realización de conciertos, la realización de Miss Universo en diciembre.

Si señores, nuestra sociedad simplemente busca la cortina de humo adecuada para desviar la atención de la mayoría hacía temas banales (Maestría en cortinas de humo, informes en la sede del Partido de la U).

De verdad, me pueden repudiar por escribir esto pero no es posible que la gente se conmueva más por el drama de la cola de una modelo que por los millones de colombianos que aguantan hambre (no incluir a los Nule), viven muertos del miedo o tienen que enterrar a sus familiares si es que logran recuperar sus restos.

Esa es nuestra conciencia social, la que nos lleva a pensar primero en nosotros, la que nos indica que los problemas son ajenos y que hay gente de malas a las que les pasan estas cosas, la que nos señala que lo importante es conseguir nuestras metas y no hacerle mal a nadie (no importa si nunca le haces bien a alguien).

Sé que soy reiterativo con el tema y por eso le doy continuidad a mi anterior columna, porque creo que en algún momento debemos empezar por lo básico para lograr cambios y lo básico es empezar por uno mismo, por mirar a nuestro alrededor y salirnos de la zona de confort.

Mi invitación a través de esta humilde tribuna es a no prestarnos para promover las cortinas de humo, solidarizarnos aunque sea un poco con el resto del país que sufre en carne propia los rigores de la desigualdad y preocuparnos por ir más allá (leer, documentarnos, investigar, preguntar) antes de tragar entero lo que nos informan o nos venden.

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