En tiempos
en los que nos sentamos a la mesa pero rara vez nos miramos a los ojos ya que
nos cuesta dejar de ver las pantallas de nuestros smartphones, jugar al popular
y tradicional amigo secreto se ha convertido en un verdadero reto en materia de
acercamiento y contacto con los demás.
Para no ir
muy lejos, hoy chateamos con el compañero del frente, ese con el que sólo nos
separa una división en vidrio o un entrepaño, con el que podríamos hablar
levantando un poco la mirada y abriendo la boca, así actuamos, así es nuestra
sociedad.
Hace unos
años lo divertido de actividades como el amigo secreto era tratar de adivinar
quién era la persona que te endulzaba, adivinar que podría gustarle como regalo
a ese que nos salió en el papelito. Ahora las cosas han cambiado un poco, lo
único que esperamos es saber de que almacén le gustaría recibir un bono.
La ley del
menor esfuerzo y el facilismo en el que vivimos no puede quedarse al margen ni
siquiera en este tipo de actividades. Ya nadie se arriesga a dar algo que crea
le podría gustar y servir a la otra persona por temor a defraudar, por temor a
recibir la desaprobación de los demás.
A este ritmo
vamos a terminar jugando amigo secreto con una lluvia de sobres como en los
matrimonios, pondremos una pecera y echaremos los bonos de 30 mil pesos o de la
cifra estipulada, para que cada uno los saque al azar.
Esto que
ocurre con algo tan efímero como el amigo secreto es simplemente una prueba más
de la confusión de nuestra sociedad por querer hacer todo de manera práctica.
Las relaciones y los sentimientos no se pueden enfrascar dentro de esquemas
metodológicos y el facilismo que domina al mundo en estos tiempos.
No
tardaremos en ver a los novios regalando un bono de una joyería para que la
prometida escoja su anillo de compromiso, todo por temor a defraudar sus
expectativas.
Como siempre
algunos estarán de acuerdo y otros me verán como un retrógrado pero respetando
la opinión de todos me quedo con los momentos en los que la gente se conocía
hablando, se esforzaba por escuchar al otro y concentrarse en la persona y no
pretendía entablar una relación al lado de un parlante con un reguetón a todo
volumen y gritando para que le entiendan algo.
A mí todavía
me encanta la idea de descubrir algo en la persona que está a mi lado, con la
que comparto la jornada laboral, no creo que se necesite un portafolio de la
misma para tener tantos datos que no haya necesidad de preguntarle nada.
Tuve la
oportunidad de vivir en comunidades anglosajonas en las que nadie sabía quién
era su vecino aunque llevaban compartiendo el mismo terreno durante más de una
década.
Por temas de
globalización y nuestra devoción a querer vivir como primer mundo con recursos
del tercer mundo, hemos adoptado muchas de esas características, sobre todo en
las grandes urbes. Afortunadamente los pueblos y ciudades intermedias aún
conservan su calidez.
Mi llamado,
es a no convertirnos en ese tipo de sociedades en las que todo se cubre con
cosas materiales, comunidades que envejecen porque no quieren tener hijos, en
las que la gente muere sola y a las semanas alguien por accidente nota su
ausencia. No podemos seguir alentando la despersonalización de todo, no podemos
ser amigos tan secretos que nunca nos descubramos.
Es posible
que ya me haya puesto nostálgico pero la verdad no me importa, nada me agrada
más que el saludo de mis amigos, que escuchar sus voces, que sentir un abrazo
de su parte, que compartir una cena entre carcajadas a su lado, que caminar
junto a ellos. Esas pequeñas cosas no me las quiero perder, no las quiero
remplazar por ningún dispositivo, no las pienso negociar.
Esa emoción
de descubrir que libro le gusta a mi amigo secreto, que talla es, que color
preferiría, que grupo a artista es su favorito, es la que todavía me anima a
participar del amigo secreto y de las actividades que se hagan para
integrarnos. El día que lo vea como una obligación o mi participación sea motivada
por no despertar comentarios negativos de mis compañeros, entonces desistiré.
Por ahora me
despido y les deseo un feliz fin del mes del amor y la amistad.