miércoles, 19 de septiembre de 2012

El legado de Heleno



En la historia del fútbol son muchas las historias que ligan a sus protagonistas con el alcohol y la noche, sin importar su nacionalidad, origen o condición social, miles de nombres han forjado una leyenda etílica y bohemia que en varios casos sobrepasó sus actuaciones dentro del rectángulo de juego.

Una de las leyendas más grandes de la historia del fútbol es sin duda la del inigualable Heleno de Freitas, ese exquisito jugador brasileño quien en los años 40 marcó un hito como artillero del Botafogo y quien vistió las camisetas de Boca Juniors en Argentina y Atlético Junior en Colombia.

Heleno, tuvo una vida de artista en la que las mujeres, el alcohol y el éter siempre lo acompañaron. Una sífilis acabo con su vida de forma triste y penosa. El periodista Andrés Salcedo escribió “El día en el que el fútbol murió”, un libro maravilloso sobre el celebre goleador en el que detalla su estilo de vida tan peculiar.

Así como de Freitas y Garrincha, reconocidas estrellas del fútbol mundial y otros no tan grandes han llevado sus vidas de una forma desenfrenada, la gran mayoría con finales trágicos, con historias casi propias del realismo mágico que han ido de boca en boca, de escrito en escrito, de generación en generación.

En Colombia hemos tenido diferentes exponentes de la bohemia y el desorden, comenzando por aquellos peruanos (Valeriano López, Miguel Loayza) del histórico deportivo Cali, de los cuales cuenta la leyenda, tenían que sacarlos del burdel para que jugaran los partidos y aún con la resaca y el ajetreo de la noche anterior, deleitaban a la tribuna con su fantasía y sus goles. 

Cada década se caracterizó por tener nacionales y extranjeros amantes de la noche, de las mujeres y con el paso de los años hasta de las drogas de moda. De la misma manera, el fútbol internacional tenía grandes exponentes cuyas adicciones eran del conocimiento de todos.

Quién, por ejemplo, no ha escuchado hablar del gran goleador irlandés George Best, ídolo del Manchester United cuyo alcoholismo es legendario y terminó por costarle la vida luego de haberse sometido a un trasplante de hígado. Best dijo alguna vez que en 1969 había dejado el alcohol y las mujeres y que habían sido los peores 20 minutos de su vida.

Ya en épocas más recientes, Rene Houseman, campeón con Argentina en 1978 fue otro que idolatró a la botella y a las mujeres. Lo emularía unos años después el gran Diego Armando Maradona, un hombre lleno de adicciones de quien cuentan las anécdotas tenía miles de películas porno en su mansión de Barcelona. Sócrates, el médico y futbolista brasileño, insignia del Corinthians fue otro de los que se inclinó ante el licor y terminó sus días luchando contra una cirrosis.

Vinieron después casos famosos como los de Paul Gascoine, el gran Romario de Souza, que llevaba prostitutas al camerino de la selección y era trasladado en helicóptero desde los burdeles para jugar con el Barcelona. Ronaldo, Ronaldinho, Asprilla, grandes nombres ligados irremediablemente con la rumba desenfrenada.

La selección chilena no se ha quedado atrás y sus figuras rutilantes como Valdivia, Medel y Beausejour  se han visto envueltos en escándalos de mujeres y alcohol, casi idénticos a los de los seleccionados peruanos encabezados por Pizarro, Farfán y Mendoza y Acasiete.

Como vemos, nuestros países lideran esa tabla del desorden y Colombia no podía ser la excepción. Sin duda que Faustino Asprilla merece un capítulo aparte en nuestra historia etílica-futbolística, el Tino, sacudió las ciudades por las que pasó, dejando su estela de mujeriego, rumbero y escandaloso. Si bien. Sus goles y jugadas hacían de esto algo anecdótico, Faustino fue un jugador difícil desde sus inicios hasta su retiro.

Con menos suceso en las canchas pero siendo un artista de la botella y el escándalo, Jairo “El Tigre” Castillo es otro ejemplo de la indisciplina y la anarquía. El tigre, a diferencia del otro tigre colombiano que es Radamel Falcao, ha dado sus zarpazos más terribles frente al volante en alto estado de embriaguez. 

Más joven pero con una capacidad asombrosa para ascender entre los ídolos de las licoreras y de las discotecas de turno, Dayro Moreno se ha hecho a un lugar en esta larga y no tan selecta lista. Moreno, ha llegado al extremo de mostrar su devoción por la bebida abrazando los dummies de la licorera de Caldas como festejo de sus anotaciones. 

Caso más triste y dramático es el de Wilder Medina, ese delantero antioqueño de gran calidad pero cuyo pasado lo persigue y parece condenarlo a repetir sus errores, un tema complejo que lo liga a la marihuana y al parecer a sustancias más fuertes como la cocaína recientemente. 

Podría seguir llenando páginas con los cientos de nombres de jugadores colombianos que han combinado su profesión de futbolistas con su vocación por la noche y sus placeres pero ameritaría editar una enciclopedia.

Recuerdo cuando yo jugaba fútbol en la universidad, no había nada más motivante que el tercer tiempo, los partidos terminaban y ganáramos, empatáramos o perdiéramos, siempre había algo que celebrar. 

Será nuestra idiosincrasia, será nuestra sangre, no lo sé, pero sin duda el alcohol, las mujeres y el fútbol siempre han sido una sociedad indisoluble, una mezcla casi que obligada.
 
Seguramente, será difícil encontrar a un personaje tan trágico y conflictivo como Heleno de Freitas, el personaje por el que comencé esta columna, pero sin duda su legado se verá siempre reflejado en algunos futbolistas que de una u otra manera tienen algunas de sus características.

Hasta pronto.

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