martes, 6 de marzo de 2012

La liga de la justicia

En las últimas semanas miles de colombianos han puesto su mirada en el desarrollo de diferentes procesos judiciales de distinta índole que generan un debate continuo y ponen en evidencia a un país cuyos vacíos legislativos convierten a los abogados en estrellas de rock.

No podría clasificar en orden de importancia los diferentes casos que se han venido presentando pero quiero comenzar con el de la, hasta hace pocos días, Fiscal General, Vivianne Morales. Ella, cometió uno de los peores errores de un funcionario público en Colombia: hacer su trabajo. ¿Qué le pasó a Vivianne? Eso nunca lo sabremos pero la tradición del funcionario de gobierno reza claramente que la honestidad y el cumplimiento no tienen cabida en su accionar.

Sumado a ese craso error, digno de una principiante, doña Vivianne entró al olimpo de la infamia con la peor de sus actuaciones. Cuando tenía que hacerse la de la vista gorda con las irregularidades del gobierno anterior (del gran Napoleón Uribe), ella decidió ir hasta las últimas consecuencias para que los corruptos, incluyendo el emperador, rindieran cuentas frente al país por sus abusos de poder.

Nuevamente la pregunta ¿qué le pasó a Vivianne? Sin duda, perdió el norte en su labor. No le costaba nada ver las actuaciones de sus predecesores para saber que tratar de hacer justicia en Colombia e irse contra los ladrones de cuello blanco tiene sus consecuencias. ¿Cómo pretendía ella acabar con una tradición milenaria que ha ido de generación en generación?

Vivianne, hay cosas con las que no se juega, una de ellas, la elite corrupta del país, esa que puede asesinar porque tiene el dinero para ocultarlo, o la que puede recorrer el mundo con el dinero de los contribuyentes, comprar propiedades en las ciudades más costosas del mundo y burlarse de todos, amparados en grupos de abogados (nombre científico: Coragyps atratus) dispuestos a sacar provecho de unas leyes llenas de vacíos.

Afortunadamente existe el Consejo de Estado, un ente plagado de estos personajes descritos en el párrafo anterior (con una ventaja adicional: pensiones por 8 semanas de servicio), prestos siempre a resolver cualquier tipo de inconvenientes como los generados por la atrevida Fiscal. Sumado al Consejo, también existe una horda de periodistas formados en la doctrina uribista, capaces de escarbar entre la carroña (mientras la consumen) para encontrar la forma de proteger a su amado líder.

Se va pues una mujer que hizo lo indebido y se acercó demasiado al gran capo de capos, ese que hace ver a Gotti y a Lucchese como un simple par de aficionados.
Las audiencias de Andrés Felipe Arias, Samuel Moreno y los casos Colmenares y Becerra completan este panorama judicial que mantiene en vilo al país. En el primer caso, la mano negra que sacó a la Fiscal Morales, hace presencia con toda su fuerza buscando absolver al hijo bobo del rey caído.

En el caso de Moreno, la situación es diferente y pese a las leguleyadas de su cuerpo de abogados, tiene menos gente poderosa a su favor y seguramente la justicia será menos tolerante a la hora de condenarlo.

Para el caso de Colmenares, es aterrador como el país ha sido testigo de las manipulaciones evidentes que las familias de las sindicadas han realizado en todos los campos. Este caso se ha convertido en la muestra contundente del poder del dinero y las influencias, en un país que se mueve a conveniencia de unos cuantos.

Las mal llamadas élites del país, esas que siempre han creído que el dinero compra todo, especialmente vidas y conciencias, buscan burlarse del sistema judicial, de las familias de la víctima y de cualquier cosa que se les atraviese. Acostumbrados a la impunidad de sus actos y a encubrir cualquier acción criminal, encuentran en sus abogados ególatras y showseros, la manera perfecta de hacer público su cinismo y su descaro.

La vida de un joven como Colmenares, por supuesto, no tiene ningún valor para estas familias poderosas que ven en su muerte algo anecdótico, un simple accidente de fiesta, algo que se debe ocultar y seguir adelante, no importa si para lograrlo tengan que comprar a todo el sistema de justicia del país, a los medios (para la muestra el artículo de Semana “Linchamiento o justicia”), falsos testigos y forenses.

Si casos como el de Colmenares o el del joven grafitero, Diego Becerra (otra obra maestra de la manipulación, esta vez por parte de las autoridades), quedan en la impunidad, el mensaje para nuestra sociedad no será otro que el del todo se vale (mensaje de los últimos 8 años previos a este gobierno), el triunfo del dinero y el poder sobre el valor de la vida.

Por último, da tristeza ver a las jóvenes involucradas en el caso Colmenares, guiadas por sus familias, como si estuvieran en medio de un juego tenebroso, trayendo a la mente imágenes como las de O.J. Simpson o los hermanos Meléndez, personajes cuyo cinismo ante las cámaras y en los juzgados se convirtió en leyenda.

Vamos a ver en unos meses que nos dejará toda esta vorágine judicial que si de algo ha servido es para ver todas las miserias de una sociedad enferma de poder y con una esperanza lejana de algún cambio positivo.

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