lunes, 16 de julio de 2012

Alegría contenida

Como un hincha más del Independiente Santafé, no puedo dejar pasar esta oportunidad histórica de expresar la inmensa alegría que siento pero sobretodo la satisfacción de alcanzar un sueño que debo confesar, por momentos, alcance a ver cada día más lejano.

El león, el rojo, el expreso, ese equipo del pueblo que lleva los colores rojo y blanco proveniente de sus raíces liberales, es hoy el campeón del fútbol colombiano con todos los honores. Han pasado 37 años, mi edad, por lo cual debo decir que es mi primer título como hincha y claro que me lo he gozado.

Santafé es una tradición en mi familia paterna, nunca tuve la opción de escoger otro equipo y le doy gracias a Dios por ello. 

Le doy gracias a mi abuelo paterno y a mi padre quienes de la mano me llevaron a ver al Santafé de Gotardi, Odine, Carpene y Umaña; también al del mono Navarro Montoya, al del Rambo Sosa, el palmero Morales, al de Avalos, al de Mondragón, al de Tilger, Hernández, a uno que debió ser campeón con Freddy Rincón, su hermano Manuel, Checho Angulo, Wilmer Cabrera, Eduardo Niño, Balbis, el tren Valencia.

Fueron muchas tardes de alegrías pero también de finales de año llenos de frustración y tristeza por ver al rival de patio levantando la copa o a los equipos de Cali o de Medellín mientras el león volvía a su jaula derrotado.

En el colegio y en la universidad viví de lleno la rivalidad con los azules, tengo los mejores amigos en el bando rival, fueron horas de largas discusiones en los que siempre me refregaban las estrellas, los títulos y como buen santafereño no me quedaba más que sacar la garra y defender ese amor tormentoso a capa y espada.

El tiempo pasaba y los ídolos se desvanecían, ya no había un Coloccini, un Gotardi, un Rincón, jugadores de todas partes iban y venían con más pena que gloria. Lo único para rescatar fue la final de la Copa Conmebol bajo la dirección de Pablo Centrone y con un equipo sin estrellas en el que Pacho Wittighan destacaba y del cual el actual técnico cardenal Wilson Gutierrez era su capitán.

Si señores, la resistencia como hincha era puesta a prueba cada tres o cuatro días, las burlas por los troncos que jugaban en Santafé eran frecuentes, recuerdo a Leonel Lieberman, Francisco Penayo, Naif, Flavie, Farley Hoyos, en fin, toda una galería de paquetes chilenos que venían, cobraban y nos dejaban peor que antes.

Hoy tenemos un equipo distante de las grandes contrataciones, una escuadra con muchos jugadores hechos en casa y tres veteranos que guían al resto, Gerardo Bedoya, Germán Centurión y el gran capitán Omar Sebastián Pérez.

Bedoya le calló la boca a muchos de sus detractores quienes lo veían como un ex jugador, en el rojo sacó lo mejor de su fútbol y con liderazgo y profesionalismo se convirtió en el socio de todos en la mitad. Centurión es un jugador que nunca me ha logrado llenar pero hay que aceptar que pese a sus limitaciones logró contagiar a los jóvenes centrales que lo acompañaron para conformar la mejor defensa del campeonato.

Capítulo aparte merece Omar Pérez, que jugador es el pelado, un profesional sin tacha, un hombre de bajo perfil que asumió la tarea de sacar a Santafé campeón como si de su equipo de infancia se tratara. Pérez es ya un ídolo de los cardenales, sólo comparable con Alfonso Cañón, Carlos Alberto Pandolfi y Alberto Perazzo y Osvaldo Panzutto.

¿Hace cuánto no disfrutábamos los hinchas rojos de un jugador de la clase de Omar? Que juega con una rodilla mala, que es lento, que en otra liga no podría jugar, todo tipo de comentarios han sido vertidos por los detractores de siempre del fútbol bogotano, los ciegos como el Profe Vélez han querido denigrar de su enorme calidad y hoy tienen que morderse los labios ante la demostración del 10, uno de los pocos que quedan.

Los muchachos que apenas empiezan y ya nos descrestaron con su categoría, Julián Quiñonez, Francisco Mesa, Juan Daniel Roa, Hugo Acosta, Daniel Torres y el gran Camilo Vargas, un arquero para proceso en selección Colombia.

Copete llegó junto a Vélez (no el Profe, afortunadamente) de Venezuela y la verdad eran un tiro al aire. Hoy Copete es revelación del fútbol colombiano, está en micro procesos de selección de mayores y nos dio el gol más importante en la historia reciente de nuestro club. A Copete lo llevaremos por siempre en nuestra memoria.

A Gutierrez, de quien también debo confesar me generó desconfianza al comienzo, hoy le agradezco por creer, por aguantar estoicamente los comentarios mal intencionados de muchos, le agradezco por ser hincha y amar estos colores, por ser respetuoso siempre de sus rivales y respetuoso con los hinchas propios y ajenos.

A Pastrana, con todo y las diferencias que tengo frente a su gestión, le agradezco por no desistir, por ser terco al jugarse la suya y hoy podernos cobrar.

A la hinchada roja, le pido moderación, celebremos, gocemos, guardemos estos bellos momentos en nuestro corazón y vamos con humildad por nuevos objetivos. Tenemos una hinchada que puede ser superada en número por otros equipos pero que no debe ser superada en pasión ni en el respeto por los demás.

El fútbol es una fiesta y como tal hay que vivirla, siempre estaré en la otra orilla de aquellos que lo quieren convertir en una guerra sin razón.

Gracias Santafé, gracias por este momento y vamos por más.  

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