Estas acciones que encierran una gran crueldad o se refieren
a un disparate al momento hablar o comunicar algo, hacen parte de nuestra
realidad cotidiana en un país que desafortunadamente parece haberse
acostumbrado a “convivir” (Cooperativas de vigilancia y seguridad para la
defensa agraria) con el dolor.
Es difícil saber por dónde comenzar, no se trata de
clasificarlas por orden de importancia ya que todas son acciones nefastas que
de una u otra manera atentan contra la sociedad civil, generando incertidumbre,
luto, pena e indignación.
Me voy a referir en primer lugar al atentado contra Fernando
Londoño que cobró la vida de dos de sus escoltas y dejó a más de treinta
personas heridas sin contar los cientos de afectados en la parte emocional y material.
Al mejor estilo del terrorismo del medio oriente, los sicarios pegaron una
bomba al vehículo del ex ministro a plena luz del día y sin importar cuantos
inocentes había alrededor, generando una escena dantesca que revivió la época
del capo Pablo Escobar.
Por supuesto las imágenes de este acto infame no tardaron en
dar la vuelta al mundo reforzadas por (aquí viene la segunda atrocidad) los
incendiarios comentarios del ex presidente Alvaro Uribe para quien este
atentado parece haber sido la cereza que necesitaba el postre en su campaña permanente
por retomar el poder en Colombia.
¿Qué favor le hace Uribe al país con sus comentarios y sus
comparaciones? Una Nación sumida en el dolor, lamentando la pérdida de vidas
humanas mientras el caudillo antioqueño arremete con resentimiento e ira,
mostrando al mundo su enfermedad de poder, su mezquindad, su capacidad de
generar división y confusión.
No defiendo al gobierno de Santos, como cualquier connacional
quisiera que las cosas fueran diferentes, que los cambios se dieran con mayor
prontitud, que la guerra cesara de una vez por todas, que la desigualdad se
combatiera, sin embargo, siento que golpes como estos deben generar un espíritu
de unidad, de fortaleza y de acabar con nuestra indiferencia.
El atentado contra Londoño, fue un crimen contra todos
nosotros, se desconocen aún los motivos y los autores pero independiente de
esto o del pasado del ex ministro, fue un llamado de atención para estar
alertas y protegernos los unos a los otros.
Lo de Uribe es un caso perdido, su espíritu belicoso, sus
ínfulas napoleónicas, sus poses de emperador frustrado cazando peleas con
Chávez, con Santos, hasta con su propia sombra, lo plasman como un hombre
enfermo que se siente el único ser capaz de lidiar con el país, el ungido que
con 8 añitos más al frente podría terminar con la guerrilla mientras el
paramilitarismo se multiplica y se fortalece.
Como si lo de la bomba y la explosiva boca de Uribe fuera
poco, la fiscalía emitió una orden de captura contra Sigifredo López aduciendo
que tienen más de 20 pruebas que lo implican con la participación en el
secuestro de sus colegas diputados del Valle, acto que terminó con el asesinato
de todos menos él.
Ni Thomas Harris cuando escribió el Silencio de los Inocentes
se habría podido imaginar algo tan macabro como el acto del que se acusa a
López. Fingir su secuestro, mantener al país en vilo por más de seis años, ver
como sus colegas, amigos, compañeros eran ultimados cobardemente y salir frente
a las cámaras abrazando a su familia con la alegría de quien recobra su
libertad, su vida.
Realmente suena inverosímil, en mi caso quisiera que no fuera
cierto, que se probara su inocencia y que todo esto pasara a ser un error, una
equivocación, porque de no ser así, estamos frente a una de las mentes
criminales más frías y calculadoras en la historia del país.
Pasando al tema de la atrocidad en su definición como
disparate (algo que por supuesto le cabe a todo lo que Uribe dice en sus
declaraciones) vamos a algo menos doloroso en cuanto a lo luctuoso pero que
igual genera rabia e impotencia. Uno de nuestros honorables padres de la
Patria, el senador Eduardo Merlano decidió agregar algunos privilegios más a su
digno cargo.
Merlano frente a una cámara de vídeo y con la gracia y el
desparpajo de los hombres de su región dio un rápido repaso mental a la
constitución colombiana (se nota que es un estudioso de la misma) para
determinar que los senadores de la república están eximidos de las pruebas de
alcoholemia así como también del uso de la licencia de conducción.
Eduardo (cariñosamente lo voy a llamar por su nombre) además
recordó, en una versión algo aumentada de la realidad, los 50 mil votos que lo
llevaron a su muy merecido cargo (en realidad fueron 37 mil) y los privilegios
que este número de sufragios le otorgaban frente a la fuerza pública.
Luego de la respectiva llamada a alguien de mayor rango en la
Policía, el gran Merlano se fue tranquilo a pasar la resaca inocente del
revuelo que el vídeo iba a generar en una Nación cansada de los ladrones de
cuello blanco, los dirigentes cínicos que se burlan de todos y la corrupción
imparable que tiene al país al borde del colapso.
Recordemos que otros grandes constitucionalistas ya habían
dado los primeros pasos a lo que Eduardo simplemente reforzó. Hace un tiempo el
concejal de Bogotá Álvaro Caicedo, fue suspendido por la Procuraduría por
conducir en un vehículo oficial por un carril de TransMilenio.
Podría seguir con la lista, pero creo que ya les he robado
algo de su tiempo para leer esto y la verdad no quiero cometer una atrocidad ni
parecer un personaje de cuello blanco. Hasta la próxima.
A veces me pregunto..... Será que esto solo pasa en Colombia?????? O es que ya estamos acostumbrados a todos estos atropellos
ResponderEliminarAmanecerá y veremos.... O mejor amanecerá y seguiremos en las mismas
:(
seguramente pasa en muchas partes pero nos duele lo que nos toca directamente
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