Cada año celebramos nuestra independencia del yugo opresor
que los españoles tenían sobre nuestro pueblo, festejamos las grandes gestas de
los caudillos de entonces que lograron sacar a esos malandros ibéricos enfermos
de poder y cegados por la fiebre del oro.
Mucha agua ha corrido desde entonces y pese a no tener
ejércitos españoles, ni virreyes con pelucas blancas caminando por nuestras
calles creo que no podemos considerarnos del todo un pueblo independiente y
libre como tanto se pregona.
Las riquezas siguen concentradas en unos cuantos, las
decisiones las toman esos mismos utilizando a otros para “validar” el hecho de
que estas parezcan democráticas. La justicia es selectiva y se aplica de
acuerdo al estatus de la persona. La escala salarial es injusta y el salario mínimo
hace que la esclavitud sea un concepto simplemente camuflado.
Nuestros gobernantes parecen más afanados por lograr el
reconocimiento del primer mundo y trabajan buscando que las normas y
regulaciones sean del agrado del país de las 50 estrellas, seguramente buscando convertirse en la 51.
Las empresas extranjeras hacen y deshacen en el territorio
nacional con total complacencia de los gobernantes de turno a sabiendas de la
explotación que realizan de nuestros recursos, mano de obra y de la destrucción
que dejan por donde pasan.
Celebramos al recibir la visa para visitar algún país del
norte o europeo como si alcanzáramos un sueño o fuéramos el orgullo de nuestras
familias, la idea de trabajar en un valet parking, McDonald’s, Wallmart, un
restaurante o un Hotel supera cualquier esfuerzo realizado durante la
universidad por alcanzar el título de profesional.
Tener un jefe que a duras penas superó el high school pero
con unos ojos tan azules como el atlántico visto desde la ventanilla del avión
que nos lleva al lugar donde los sueños se hacen realidad, es un aliciente más
para huir de la tierra que nos vio nacer.
Utilizar una prenda con la banderita de Tommy, el jinete de
Polo, la babilla de Lacoste, o los logos de Dolce y Gabbana, Armani, Versace,
Gucci, DKNY son otra muestra de nuestra entrega a las culturas más avanzadas y
de nuestra necesidad de rendir pleitesía a un capitalismo extremo en el que los
logros se miden de acuerdo a nuestra capacidad de consumo.
Lloramos viendo una boda real, sufrimos con los partidos del
Barcelona y el Real Madrid como si hicieran parte de nuestra sociedad, tomamos
bandos y generamos debates que ni en España se dan sobre Mourinho y Guardiola. Opinamos
sobre el derby como si alguien en la madre patria le importara lo que pensamos.
Me pregunto cuántos españoles se trasnochan para ver un
Santafé-Millonarios o cuántos debaten sobre la continuidad de Páez y Gutierrez
al frente de los equipos. Cuántos norteamericanos se acuerdan de su visita a
los centros comerciales de Bogotá de la misma manera que muchos celebran un día
de “shopping” en Aventura.
“No me de trago extranjero que
es caro y no sabe a bueno, porque yo quiero siempre lo de mi tierra primero”,
cantamos a todo pulmón mientras reproducimos el tema desde el Ipod, Ipad,
Iphone o cualquier otro dispositivo que nos cambió la vida y nos convirtió en
dependientes de lo Smart (smartphone, smartbuilding, smarthome, etc).
Vamos a terminar celebrando
San Valentín, San Patricio, acción de gracias, San Fermín, el día de los
veteranos y porque no el 4 de julio. Hace rato disfrutamos de los happy hour,
sales, shopping, after party, wings, agencias de PR, coffee breaks, desserts y
tantas otras maravillas de la globalización, misma que seguramente hace que en
las calles de Paris, Londres o Nueva York sus habitantes utilicen expresiones
como bacano, chévere y no jodas.
En fin, solamente me quería
preguntar si alguna vez dejamos de ser colonia o simplemente decidimos aumentar
el número y la variedad de colonizadores.
Seguimos en manos de colonias españolas: ENDESA; GEMSA; PRISA; PLANETA; TELEFONICA; etc...etc
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