miércoles, 16 de mayo de 2012

Falcao, un caso atípico


Hoy todos hablamos del gran Radamel Falcao García. Es difícil encontrar un colombiano que no se emocione con las gestas del tigre de Santa Marta. Los niños por fin tienen un ídolo nacional y los grandes una ilusión para creer que volver a un mundial es posible.

Eso y mucho más ha logrado un jugador de 26 años que pese a estar entre los más grandes del mundo no ha permitido que la fama lo desvíe ni ha cambiado su forma de ser, pensar o sentir.

Suena increíble que pueda ser colombiano, normalmente nuestras figuras en cualquier ámbito son protagonistas de escándalos, poco profesionales, perezosos, rebeldes. El dinero en grandes cantidades los lleva a desbocar sus resentimientos, deseos reprimidos, fetiches y a vivir en una opulencia digna de cualquier traqueto.

En el fútbol son legendarios los casos de nuestros compatriotas haciendo de las suyas en clubes de diferentes partes del mundo. Asprilla, un jugador sin igual, con las condiciones para haber sido el mejor del mundo, no podía evitar los excesos que lo llevaron a ser figura dentro y fuera de la cancha (prostitutas, trago, armas).

Otros menos escandalosos pero problemáticos a la hora de relacionarse con los compañeros y con notables problemas de adaptación fueron, Freddy Rincón, Rene Higuita, Leider Preciado, Victor Bonilla, Iván Valenciano por nombrar solo algunos.

El caso más reciente, totalmente contrario a la realidad de Falcao es el de Teófilo Gutierrez, un jugador con condiciones extraordinarias pero con el resentimiento a flor de piel. 

Teo hizo un papelón en Turquía donde abandono su club para irse de carnaval a Barranquilla. Luego con la suerte de pocos recaló en el Racing de Avellaneda donde su comportamiento fue el de un completo patán. Seguramente Gutierrez llegará nuevamente a Colombia donde con el menor esfuerzo volverá a ser figura.

Otro caso es el de Dayro Moreno, un buen jugador echado a perder por la rumba y el trago. Moreno ha deambulado por ligas como la rumana y la mexicana sin pena ni gloria. Eso sí, sus rumbas son legendarias y su amor por el trago es tal que los dummies de aguardiente Cristal han recibido todo su afecto a la hora de marcar un gol. 

Falcao se constituye en un deportista alejado de los males que aquejan a nuestras figuras. El tigre es un tipo amable, decente, sencillo, familiar, sonriente, cálido. Sus compañeros de equipo lo admiran y resaltan su personalidad. Nunca ha tenido un mal momento con la prensa y pese al trato recibido por algunos técnicos como Leonel, nunca tuvo una mala palabra o un acto desleal o revanchista.

A diferencia de la mayoría no es compinche de los periodistas deportivos, a todos les da el mismo trato. La prensa española y europea lo ve como un caballero. Falcao es todo aquello que un deportista de elite debería ser y representar.

Ojalá que su ejemplo (como el de Córdoba, Yepes, Perea) tenga eco en los jóvenes que se forman para llegar al fútbol profesional. Ojalá que los demás jugadores en Colombia se den cuenta de lo que implica ser un profesional, respetar las decisiones de sus técnicos, de sus clubes, respetar a sus hinchas.

Este es el momento perfecto para aclararle a Dorlan, a Mosquera, a Manga, a Bacca, a Marco Pérez, a Castillo, a Cardona que no han ganado nada aún, que tienen todo por hacer y que deben mantener los pies en la tierra si quieren llegar lejos. Decirles que el mundo no gira en torno a ellos y que por más que los entrevisten en FOX o ESPN, aún no son figuras de talla mundial.

A nuestros dirigentes también vale la pena decirles que no se jacten porque no tienen nada que ver con lo que hoy es Falcao. Precisamente gracias a estar lejos de ellos es que el tigre es la persona que conocemos.
A Jesurún en especial cabe recordarle que pese a las cifras de dinero que pregona por patrocinio e ingresos de televisión, está administrando un fútbol agonizante, lleno de equipos en quiebra, jugadores fiando comida, compartiendo apartamentos como inmigrantes latinos en la Roosevelt Avenue.

En fin, para cualquier técnico medianamente capaz la selección Colombia de hoy debe ser conformada por Falcao y diez más, algo que de manera increíble desconoció Leonel Alvarez, seguramente tratando de mostrar que él era más importante que cualquier jugador. 

En el país del mundo donde más nos gusta meternos cuentos y defenderlos (mitómanos de raza), creemos que cualquier jugador que hace 8 o 10 goles en nuestro mediocre torneo es un figurón y puede sentar a un crack como Radamel. Aquí es más valioso hacerle goles al Huila y al Cúcuta que al Madrid o al Barcelona.

El tigre es un orgullo para Colombia, es la imagen positiva del país, un abridor de puertas para que otros compatriotas sean tenidos en cuenta. Ojalá que su magia siga brindándonos alegrías por muchos años más, que su sonrisa y calidez continúen marcando una época y que sus colegas del fútbol sigan su huella y se preocupen por ser buenas personas antes que cualquier cosa.

Gracias Falcao, como amante del fútbol estoy en deuda por tantas alegrías, por esa lección de humildad en medio de tanto halago, de expresiones que cambiarían la forma de pensar de alguien frágil y maleable. Gracias por siempre tener a Colombia presente en cada frase, en cada celebración. Gracias por sentirte orgulloso de una tierra que maltrata a sus ídolos, que se maltrata a sí misma, que sobrevive a pesar de nosotros.

1 comentario:

  1. Aunque no clasifiquemos al mundial, están pasando cosas positivas para el fútbol colombiano. Al menos dos: una, que surjan figuras como Falcao y James, quienes verdaderamente son ejemplo, condición clave para ser un verdadero ídolo. La segunda, aquella mujer que originó el Bolillo-gate, agotando así la lista de elegibles nacionales para técnico de la selección. Leonel fue, y él lo sabe, un plan de contingencia. Esa mujer merece un monumento. Seguramente, a Pekerman le tocará lidiar con más de un indisciplinado en algunas posiciones, quienes tendrán una oportunidad de oro de tomar buen ejemplo trabajando al lado de hombres como Falcao.

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