miércoles, 15 de agosto de 2012

Las mujeres de un país de machos


En una idiosincrasia que por tradición ha sido machista como la nuestra y en la que todos los días se marcha y se lucha contra la violencia de género, son un grupo de mujeres las que han sacado la cara por Colombia en diferentes escenarios del mundo.

Quién no le ha profesado su amor y devoción en los últimos días a la bellísima y talentosa Mariana Pajón, quién no se ha unido al clamor de Yuri Alvear y Jaqueline Rentería por un mayor apoyo al deportista colombiano, y quién no se erizó con la sonrisa espectacular de Caterine Ibargüen frente a un estadio olímpico repleto que se rendía a sus pies.

Estas luchadoras incansables cuyo destino las ha cruzado en el mismo lugar y espacio de tiempo para darle a nuestro país la alegría más grande en mucho tiempo y unir a todo un pueblo en torno a una situación positiva y esperanzadora, son mujeres que como cualquier otra han vivido en carne propia la desigualdad y la indiferencia de nuestra sociedad.

Estas cuatro campeonas encarnan la imagen de la mujer colombiana, sin importar la región de la que provengan, su status social, su situación familiar y económica, son una muestra ejemplar del espacio y la importancia que su género tiene para el desarrollo y la resolución de los problemas en el país.

Ya de tiempo atrás vienen siendo ellas, las mujeres colombianas, quienes ponen en alto la bandera nacional y esparcen una imagen positiva en el mundo, quienes de una u otra manera hacen contrapeso al estigma que nos marca desde hace varias décadas gracias al narcotráfico, la violencia, el conflicto armado y más recientemente, atrocidades como las víctimas de quemaduras con ácido.

Así como estas hermosas deportistas, también otras mujeres capaces y talentosas se han dado un lugar en el mundo y nos han abierto puertas donde otros luchaban por cerrarlas para siempre con sus actos. 

Ángela Patricia Janiot, es una de ellas. Más de 20 años liderando la cadena más importante de noticias en idioma español, la convierten en un referente del periodismo mundial y alguien que promovió una invasión de profesionales colombianos en CNN y otros medios similares.

Catalina Sandino, es otra muestra del potencial colombiano, es la única colombiana nominada a un premio Oscar de la academia y sin duda se ha ganado el respeto de los directores y actores más influyentes del mercado cinematográfico.

Sofía Vergara, la hermosa barranquillera, dueña de una belleza sin igual y un carisma envidiable, es hoy en día la actriz mejor pagada de la televisión norteamericana. Nominada en tres ocasiones al Emmy y dos veces al Globo de Oro, lo que la convierte en un ícono de Hollywood y un orgullo para nuestro país.

Angie Cepeda y Juanita Acosta, dos actrices fantásticas que han hecho carrera en España, logrando convertirse en favoritas de los directores ibéricos. Martina García, es otra bella actriz que se ha ganado un lugar importante en el cine internacional.

Claudia Palacios, Silvia Tcherassi, Fanny Mickey, María Isabel Urrutia, Flora Martínez, Shakira, Ximena Restrepo y muchas otras han sido embajadoras del buen nombre de Colombia alrededor del mundo y sin duda, han sido, son y serán líderes en cada una de sus áreas de trabajo.

Como vemos, en un país marcado por el machismo, en pie de guerra y donde se compite de manera desleal hasta para subirse al bus, son ellas las que han mostrado el camino a seguir, son las Marianas, Marías, Caterines y compañía, las que en medio de la convulsión, la injusticia, la violencia, la corrupción y el desconcierto, han encontrado la claridad para sobresalir.

Desde mi propia madre en adelante, debo decir que Colombia, esa patria que amamos pero que parecemos empeñados en acabar, se sostiene hoy en día gracias al tesón de nuestras mujeres, a su deseo por salir adelante, por darle la cara a la adversidad y por regalar siempre una sonrisa en el momento justo.

Desde esta pequeña tribuna quiero agradecerle a las mujeres de Colombia, a las conocidas y a las anónimas, por todo, quiero decirles que me uno a ellas en su clamor de justicia contra sus maltratadores, que me uno a ellas para combatir a quienes se atreven a atacarlas con ácido, a violarlas, a subestimarlas.

Mil y mil gracias.  

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