martes, 31 de enero de 2012

Nuestra Tele… visión

Parece que la consigna de nuestra farándula criolla es promover un escándalo diferente cada semana, sin importar qué tan bajo tengan que caer. Hace algunas semanas tuvimos el plato fuerte que Laura Acuña preparó con tanto esmero para jugarle una broma a Colombia, ella, con el gracejo que la caracteriza y una creatividad sorprendente decidió realizar un montaje tipo Broadway cuya temática gira en torno a su forma de sacar las uñas.

Su compañero de fórmula Jota Mario Valencia, quien en su propia mente se considera una leyenda de la televisión, sintió que no podía perder protagonismo frente a la carismática Laura (Acuña, no Bozzo valga la aclaración) y haciendo gala de su mayor recurso: la improvisación, soltó un comentario sobre Jessica Cediel en el que se mofaba del drama que ésta había vivido con los implantes de su ya legendaria cola.

Las reacciones no se hicieron esperar y aquellos seguidores incondicionales de las nalgas de la Cediel (intenté serlo pero no tuve la constancia) alzaron su voz de forma unánime para rechazar aquella desafortunada actuación del símbolo de la Teletón en Colombia (no sólo por ser uno de sus presentadores sino por su evidente discapacidad) el nunca bien ponderado Jota Mario.

Una turba digital bastante enardecida clamaba por las cabezas de Jota Mario y Laura (aunque estás no tengan nada en su interior) inclusive llegando a amenazar con cambiar de canal o dejar de ver las súper producciones de la noche del canal que transmite el programa de la pareja show.

Ante este acto incendiario por parte de la siempre bien preparada teleaudiencia nacional, las directivas del canal privado se vieron en la obligación de llamar la atención de su par de estrellas matutinas, exigiéndole a Laura que se dejara crecer las uñas por un tiempo y a Jota Mario que simulara tener aún más problemas de motricidad para despertar la compasión de los televidentes.

Cuando la turba aflojaba, algunos levantaban sus carpas de protesta y apagaban sus antorchas para buscar un nuevo tema escandaloso, apareció de la nada la reencarnación de Charles Bronson, el vigilante que el país necesitaba, Gregorio Pernía, ese actor consagrado en la franja triple A de nuestra tele y orgullo motilón, decidió sacarle un tiempo a su apretada agenda y grabar un vídeo que daría inicio a una mega campaña internacional: No más Jota Mario.

Pernía, famoso por su histrionismo y su carisma, nos regaló uno de los momentos más memorables en la historia de las redes sociales con un discurso lleno de emotividad, manejo de cámara y el desparpajo que lo hizo merecedor del corazón de miles de colombianas que, en su momento, quitaron de sus cuartos el afiche de Víctor Hugo Ruíz para colgar el de este simpático cucuteño.

Gregorio se llenó de orgullo al ver la solidaridad de miles de compatriotas que nuevamente se ponían en píe de lucha para erradicar de una buena vez a Jota Mario y mandarlo a trabajar a Ecuador o Perú. Todo iba de maravilla hasta que otro gigante del Jet Set nacional, ávido de sangre, tomó una decisión con maestría en medio de su programa radial. Sí, Julito en su programa en la W, sacrificó la historia de una mujer que tuvo sextillizos (dos negros, dos rubios y dos pelirrojos) para llamar al hombre del momento, el sin igual Gregory.

Al comienzo de la entrevista, parecía que la empatía entre Julito y Pernía era evidente y que nadie podría romper ese vínculo afectivo que se estaba creando pero como siempre, ese viejo zorro de la radio tenía un as bajo la manga.

Esa carta ganadora era una periodista de la W de nombre Marcela, esta colega empezó un desahogo maratónico en el que sacó de su existencia toda la rabia que durante años había llevado consigo por culpa de Gregorio. La ira santa que dominaba a la comunicadora en ese momento era para Pernía como si tuviera a Tyson frente a él y le hubiera hecho un comentario racista.

Los golpes iban en una sola dirección y el animado Gregorio que comenzó la entrevista había desaparecido para darle paso al de siempre, al Pernía que añora nuestra televisión. Luego de terminado el carrusel de acusaciones hacía Gregorio y con el pecho como el de una paloma, la comunicadora sintió que había dado el golpe de opinión que el país estaba esperando y que podía sentirse orgullosa de sí misma, de su género y de su profesión.

Mientras tanto Gregorio tendría que repensar su carrera y ver que otra campaña podía promover en la que no se exponga a ser vapuleado en el programa más exclusivo de la radio colombiana. Un triste final para una campaña que pintaba en su momento.

Otro capítulo de nuestro circo nacional que cada día es más bizarro y que tiene las puertas siempre abiertas para recibir a tanto personaje cuya meta es lograr esos 15 minutos de fama que Andy Warhol predijo todos tendríamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario